LA FRASE DEL DÍA.

lunes, 18 de junio de 2012

GRANDES ERRORES. DIRIGIBLE R101.

En 1930 se presentó en Inglaterra una de las maquinas voladoras más impresionantes del primer tercio del S.XX, el dirigible R101. El 4 de Octubre de ese año, se inició el viaje inaugural de este prodigio de la aeronáutica inglesa. A bordo de él iba nada menos que Lord Thomson, ministro del aire y responsable último del proyecto puesto que el dirigible había sido diseñado y construido por sus hombres del ministerio de aeronáutica, junto con otras 53 personas. Anunciado a bombo y platillo la puesta en marcha del ingenio, el viaje inaugural tenía que estar a la altura, por lo que el destino era la India vía Egipto.

Unas pocas horas después, en la madrugada del día 5, unos sorprendidos lugareños franceses vieron como una espectacular deflagración surgía del bosque. Era el R101, que apenas había conseguido cruzar el canal de la mancha para ir a estrellarse en un bosque del municipio de Beauvais en Francia. Murieron 47 personas incluido el ministro.



La industria de los dirigibles empezó a desarrollarse a finales del S.XIX y fue perfeccionándose a principios del S.XX. Estos aparatos demostraron ser muy útiles tanto para el transporte de pasajeros y mercancías por su gran capacidad de carga y gran autonomía (los más grandes podían realizar viajes transoceánicos) como para la guerra por su utilidad como vehículo de reconocimiento. Por el contrario tenían la desventaja de su peligrosidad, pues utilizaban hidrógeno para elevarse, un gas muy inflamable.

A pesar de este peligro, muchas naciones se lanzaron a la fabricación de estos aparatos más ligeros que el aire puesto que si se quería dominar los cielos, no había otra opción. Alemania y Francia fueron los mayores constructores pero también Inglaterra y en menor medida, como siempre, España.



El funcionamiento básico de un dirigible es sencillo y relativamente parecido al de un globo. Básicamente consiste en una gran estructura que sostiene y protege en su interior depósitos de un gas más liviano que el aire. A esta estructura se le acopla uno o varios compartimentos para el pilotaje y la carga, así como uno o varios motores que le proporcionan maniobrabilidad.



Centrándonos en el R101, la necesidad de construirlo surgió de la intención del gobierno británico de construir un aparato capaz de hacer la ruta Londres-El Cairo-Bombay-Australia-Canadá-Nueva York-Londres por aire, ahorrando tiempo de esta forma con respecto al viaje por mar. Se planeó la construcción de toda una serie de dirigibles denominada R100. Los dos primeros de esa serie, el R100 y el R101, se construirían al mismo tiempo.

El R100 sería construido por una empresa privada, mientras que el R101 por el propio ministerio. Esto llevó a diversos inconvenientes y ventajas para cada uno de los equipos. El R100 se vería perjudicado por la falta de fondos, mientras que el R101 dispondría del dinero casi ilimitado de los contribuyentes. Por contra, el R100 podría ser desarrollado en secreto, sin necesidad de airear los problemas que fuesen surgiendo, por un gran grupo de ingenieros y científicos especializados. Mientras, la información sobre el proceso de construcción del R101 sería pública, con la consiguiente presión para el reducido grupo de ingenieros del ministerio.



Las características finales del R101 fueron:
  •   Longitud: 238 metros.
  •   Peso: 49 toneladas.
  •   Volumen de las bolsas de hidrógeno: 155.000 metros cúbicos.
  •   Propulsión: 7 motores diesel.
  •   Material del esqueleto: Aluminio.
  •   Capacidad: 100 pasajeros.

Por desgracia, estas no eran las características contempladas en el proyecto inicial. En primer lugar, el dirigible era demasiado pesado pese a haber utilizado aluminio. Unas modificaciones de última hora incrementaron la masa total, con lo que tuvo que reducirse la carga útil de 60 toneladas a 35. Aun así, el dirigible pesaba más de lo planeado, con lo que se tomó la decisión de aumentar la longitud hasta los 238 metros para añadir más volumen de gas.

Mientras estos problemas eran solucionados, el R100 realizaba un viaje hasta Canadá, lo que hizo que Lord Thomson acelerase la puesta en marcha del R101. Esto provocó que los viajes de prueba fuesen escasos y poco representativos de lo que sería un viaje real. Y así se llegó al fatídico 4 de Octubre.

Las causas del accidente parecen ser varias al mismo tiempo. En primer lugar los esfuerzos por reducir el peso fueron totalmente inútiles. Como se había planeado que Lord Thomson diese una recepción en el aeróstato a las autoridades de Egipto, el dirigible se cargó con multitud de artículos de lujo como plantas, pesadas alfombras, bonitas cuberterías, etc. Se almaceno más combustible del necesario para todo el viaje, evitando así la molestia de repostar en El Cairo. Además el equipaje del ministro ya pesaba lo mismo que 24 personas. Para finalizar la lluvia empapó la tela, que supuestamente tenía un tratamiento hidrófobo, contribuyendo así a aumentar el peso.

Todo esto explica lo que vieron multitud de testigos. Que cuando tuvo que despegar, lo hizo de forma anormalmente lenta y escorado a proa. Posteriormente se le vio volar más bajo de lo esperado. Cuando el dirigible llego a Francia volaba a mucha menor altura que la inicial, hasta el punto que apenas pudo sobrepasar la catedral de Beauvais. Esto no evitó que finalmente se estrellara contra una pequeña loma a las afueras del pueblo.





Tras la investigaciones posteriores se hicieron públicos diversos errores en el R101. A parte de lo ya mencionado, se descubrió que las válvulas que regulaban la presión del gas eran inadecuadas, demasiado sensibles a los vaivenes del dirigible, lo que provocó una pérdida de gas mayor de lo necesario o que alargar la longitud para añadir más bolsas de gas no hizo sino incrementar el peso en mayor medida de lo que podía levantar el gas añadido. Por último, también se considera bastante probable que la tela externa se rasgase, lo que hubiese causado que varias bolsas de gas fallasen repentinamente. Esto último sería lo que terminaría por hacer descender el dirigible lo suficiente como para chocar con tierra y de una forma tan rápida que la tripulación no tuvo tiempo de reaccionar.

La causa del incendio pudo ser una chispa del sistema eléctrico del R101 o quizá algún pequeño incendio en uno de los motores de combustión interna, que entró en contacto con el hidrógeno que se escapaba de forma masiva.



En cualquier caso el resultado fue catastrófico. A parte de los muertos, el accidente acabó con la industria de los dirigibles en Inglaterra, hasta el punto de que el R100, un aparato que sí estaba bien diseñado y que volaba perfectamente, fue desmontado y vendido como chatarra.

De esta forma quedaron los zepelines alemanes como dueños del aire… hasta el desastre del Hindenburg claro.

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